CONSEJO
Seth y Jacob, se fueron unas horas después. Mi padre, con tías y tíos, se fue a su consultorio en Seattle. Yo me quedaba con mi madre y Esme, como de costumbre.
Carlisle se había ido hacia unas horas al hospital. Hacia unos años había comenzado a usar lentes falsos para tratar de lucir mayor, era más o menos convincente, pero Rosalie tambien se había encargado de regar el rumor de que los Cullen eran fanáticos de la cirugía plástica, para de alguna manera cubrir su eterna juventud con alguna explicación lógica. A los humanos no les gustaba lo sobrenatural por lo que sus mentes aceptaban cualquier explicación que les diera paz mental sin examinarla detalladamente.
Mi madre y yo solíamos leer juntas, estábamos leyendo Charles Dickens en estos días. Grandes Esperanzas. Que mal me caía Estella: tan cruel y manipuladora, niña mimada y Pip era tan dulce, ¿Como podía alguien maltratarlo?
Intenté tocar a mi madre para mostrarle lo de Seth.
—Con palabras Reneesme, acuérdate que debes lucir normal ante las personas de ahora en adelante y puedes infundir una imagen sin darte cuenta en alguno de tus compañeros, eso seria desastroso.
—Mamá…digo Bella. Me había tratado de acostumbrar a llamar a mis padres por sus nombres para evitar cualquier desliz delante de los humanos. Si me vieran llamar mamá o papá a dos adolescentes que lucían de mi edad, de seguro levantaría sospechas. Y como en algún momento iba a empezar a tener que hacerme pasar por hermana de Edward no era conveniente. Pero a veces, especialmente cuando estaba preocupada, se me escapaba.
— ¿Sabias que Seth quiere estudiar medicina?
—No…¡Que maravilloso!
Le conté a mi madre lo que me había dicho Leah.
—Oh Reneesme, que triste. Pero no te sientas culpable. Los Volturi siempre han sido una amenaza. Nosotros lo descubrimos tarde, pero no dudo que se hubieran fijado en nuestra familia en algún momento. Somos el Clan más grande después del de ellos, y tenemos una colección de poderes que Aro no hubiera ignorado tan pronto como se enterara de nuestra existencia. Era cuestión de tiempo.
—Si Bella. —No estaba muy convencida de que mi nacimiento no precipitó las cosas, pero no valía la pena que mortificara a mi madre más de la cuenta— ¿Podemos hacer algo por Seth?
—Mmmm, podemos intentar ayudarlo a tomar la teoría en internet. Muchas universidades ahora ofrecen sus carreras en línea. Y seguro Carlisle puede hacer unas llamadas para que lo dejen hacer sus prácticas con él.
— ¡Wow! Eres la mejor mamá…digo Bella.
Mi madre sonrió. Era tan hermosa, estoy de acuerdo con mi padre cuando decía que ella nunca supo lo bella que era de humana: he visto fotos de cuando estaban de novios y no dudo las historias de todos los chicos a los que le gustaba
—Esta bien querida, me puedes decir mamá aquí en la casa; pero recuerda no hacerlo frente a los demás. — Me besó en la frente.
Seguimos leyendo por el resto de la tarde hasta que mi padre llegó de trabajar, con mis tíos y tías. Bajamos a la sala y nos sentamos a escuchar los eventos del día, otra costumbre Cullen.
Edward era terapista de parejas. El mejor en todo Seattle. Tenía un record de haber salvado todos los matrimonios que habían ido a pedir ayuda. Claro aparte de los estudios de psicología que hizo cuando yo todavía estaba creciendo, su don de leer mentes le daba ventajas que ningún otro doctor tenía. Puso su consultorio en la zona céntrica para que ricos y pobres pudieran acudir sin distinción y aunque estaba obligado a cobrar para no levantar sospechas, era muy poco y lo donaba todo a la caridad, mis tíos y tías ayudaban con gusto. Mi padre me dijo una vez que desde que encontró a “su Bella” quería que todo el mundo tuviera una felicidad como la de ellos.
Este día, habían visto cuatro parejas.
La primera, los señores Granger: Mi padre leyó en la mente de la señora Granger que ya no encontraba a su esposo atractivo, lo veía gordo, lento, sin ambición: un estorbo y estaba convencida que podía conseguirse algo mejor. Claro que ella lo que decía en la consulta era que se había acabado la chispa y que era mejor separarse antes de que las cosas fueran peores. La única razón por la cual había ido donde mi padre fue porque su esposo, que todavía la amaba mucho, le había rogado para que fuera, pero en su mente todo lo que hacia era ver el reloj y pensar en todos los hombres apuestos y exitosos que iba a conocer cuando se divorciara.
—Rosalie, ¿Podrías traernos un café?
Dijo mi padre por el intercomunicador. Esta era una señal para mi tía. Aunque todos los vampiros son hermosos, mi tía Rosalie era la más bella que nadie hubiera visto y cuando mi padre la llamaba sabía bien que hacer.
Rosalie entró a la oficina con una bandeja con tres tazas de café, crema y azúcar. Tenía un vestido negro ceñido al cuerpo y un escote bastante…ventajoso. Miró al Sr Granger y le dio una de esas sonrisas de estrella de cine de los años cincuenta que dejaban a cualquier hombre sin aliento. Coquetamente se le acercó para preguntarle si quería crema o azúcar, por supuesto el Sr. Granger se sonrojó y casi pierde el habla.
—Errr ambos.
Dijo él, Rosalie sonrió de nuevo, comiéndoselo con los ojos.
—Tienes una voz muy bonita. — Le dijo guiñándole un ojo. Mi padre me dice que el efecto de una mujer hermosa coqueteando con un hombre, sobre todo uno no acostumbrado a tanta atención es muy evidente. El esposo de repente, se mostraba más erguido, metiendo la panza, con una voz mas grave y con un una expresión de alegría, que le quitaba como diez años de encima y como cuarenta libras de peso. Claro, el efecto era aún más evidente con la señora que estaba entre boquiabierta y roja como tomate. Rosalie estaba descaradamente coqueteando con su marido, ¡Como se atrevía!
Mi padre estaba, dizque llenando un formulario para evitar que la señora lo hiciera interrumpir. El dejo este jueguito de Rosalie proceder por unos cinco minutos hasta que los pensamientos de la señora eran tan altos que lo iban a dejar sordo.
— ¿Rosalie, todavía estas aquí? Gracias, te puedes retirar.
Rosalie fingió desilusión y desde la puerta le hizo una señal de teléfono.
—Disculpen, mi hermana no es tímida cuando ve a un hombre que le parece atractivo. Ya hablaré con ella.
Claro, en este punto; la señora Granger veía a su marido con otros ojos, y los consejos que mi padre le dio no cayeron en oídos sordos: el iba a intentar ponerse en mejor forma otra vez, y en ser mas romántico; ella iba a concentrarse en las cualidades que la hicieron enamorarse de él, cuando eran mas jóvenes; y ambos iban a tomar mas tiempo para salir a pasear, como cuando eran novios.
Mi padre me decía que la peor tragedia era dos personas que se olvidaran de que se amaban y esto era un gran porcentaje de sus casos y que se imaginaba que era una gran parte de los divorcios entre humanos.
—Quizás el hecho de que los vampiros tienen una excelente memoria ayuda a que no nos separamos nunca de nuestras parejas. — Dijo mirando a mi madre— Para nosotros el tiempo no pasa. Siempre recordamos ese… primer momento, esa primera caricia, ese primer beso, ese primer roce eléctrico cuando nos tocamos por primera vez —Dijo tocando la mano de mi madre—Y es siempre como aquel primer día.
Ella respondió.
—Siempre y para siempre— Se dieron un beso y un abrazo.
— ¡Que asco! Dejen eso por favor. Dije haciendo como que me cubría los ojos.
Por alguna razón, ciertas demostraciones de afecto entre mis padres, y mis tíos y abuelos me parecían un tanto exageradas. Mi madre me dijo que era natural y que cuando fuera mas adulta estas cosas no me molestarían, bueno se había equivocado porque no era así.
—Mmm pensé que a estas alturas… Me dijo ella.
Miró a Edward y el meneó la cabeza. Bella me miró curiosa y luego miró a mi padre de nuevo. No se si estaba dentro de su escudo, pero como fuera el sólo se encogió de hombros y siguieron hablando del trabajo.
Las otras parejas los Potter, era mas sencillo, ella estaba deprimida y el se sentía fracasado. Para estos casos Emmet tenia una sesión de entrenamiento con el esposo en la cual trabajaban los músculos y la autoestima, y Alice le hacia un cambio radical a la esposa. Ella la llevaba a un almacén del que Alice era dueña y que ellos llenaban de ropa de marca regularmente. Y que cuidadosamente retiraban las etiquetas y les decía a los clientes que era ropa donada para servicios sociales. Ahí escogía prendas que acentuarán los mejores atributos de la mujer y le daba consejos de colores y maquillajes además de algunos ejercicios.
La tercera pareja era un caso al revés que los Granger, los Malfoy era el hombre el que creía que su mujer no valía la pena ya y que el podía conseguirse alguna mujer mas joven y bella. Para esto el apuesto Jasper, con su encanto sureño, quien casualmente trataba a la esposa como una princesa y la mujer más irresistible del mundo.
Mis tíos disfrutaban mucho de ayudar a mi padre y de poder usar sus poderes para el bien de la gente, aunque fuera de forma pasiva.
Yo siempre les decía que debían de ser superhéroes o algo más emocionante. Pero mi madre me decía que esas son cosas de historietas y que en la vida real todo el mundo se hubiera dado cuenta que Clark Kent era Superman por unos simples lentes y que además la gente estaba mejor protegida de los vampiros si no sabían de su existencia.
Yo no estaba muy convencida, pero no tenía más remedio que aceptar nuestro anonimato.
Claro que las historias de algunas veces que habían podido ayudar a alguien que lo necesitara de manera activa, eran cada día más numerosas: Un camión que misteriosamente perdía un neumático antes de arrollar a un pequeño, un asaltante que perdía su arma antes de entrar a una tienda a robar, una mujer que se le caía el bolso cuando iba camino a pegarle a alguien y claro los famosos billetes de cien dólares que aparecían de vez en cuando de “milagro” en las manos de algún indigente que lo necesitara para comer o un padre de familia que hubiera perdido su empleo y estuviera considerando el suicidio.
No podía negar que lo poco que les estaba permitido hacer lo hacían bien y con gusto. Quizás yo también pueda ayudar en algo algún día.
Carlisle se había ido hacia unas horas al hospital. Hacia unos años había comenzado a usar lentes falsos para tratar de lucir mayor, era más o menos convincente, pero Rosalie tambien se había encargado de regar el rumor de que los Cullen eran fanáticos de la cirugía plástica, para de alguna manera cubrir su eterna juventud con alguna explicación lógica. A los humanos no les gustaba lo sobrenatural por lo que sus mentes aceptaban cualquier explicación que les diera paz mental sin examinarla detalladamente.
Mi madre y yo solíamos leer juntas, estábamos leyendo Charles Dickens en estos días. Grandes Esperanzas. Que mal me caía Estella: tan cruel y manipuladora, niña mimada y Pip era tan dulce, ¿Como podía alguien maltratarlo?
Intenté tocar a mi madre para mostrarle lo de Seth.
—Con palabras Reneesme, acuérdate que debes lucir normal ante las personas de ahora en adelante y puedes infundir una imagen sin darte cuenta en alguno de tus compañeros, eso seria desastroso.
—Mamá…digo Bella. Me había tratado de acostumbrar a llamar a mis padres por sus nombres para evitar cualquier desliz delante de los humanos. Si me vieran llamar mamá o papá a dos adolescentes que lucían de mi edad, de seguro levantaría sospechas. Y como en algún momento iba a empezar a tener que hacerme pasar por hermana de Edward no era conveniente. Pero a veces, especialmente cuando estaba preocupada, se me escapaba.
— ¿Sabias que Seth quiere estudiar medicina?
—No…¡Que maravilloso!
Le conté a mi madre lo que me había dicho Leah.
—Oh Reneesme, que triste. Pero no te sientas culpable. Los Volturi siempre han sido una amenaza. Nosotros lo descubrimos tarde, pero no dudo que se hubieran fijado en nuestra familia en algún momento. Somos el Clan más grande después del de ellos, y tenemos una colección de poderes que Aro no hubiera ignorado tan pronto como se enterara de nuestra existencia. Era cuestión de tiempo.
—Si Bella. —No estaba muy convencida de que mi nacimiento no precipitó las cosas, pero no valía la pena que mortificara a mi madre más de la cuenta— ¿Podemos hacer algo por Seth?
—Mmmm, podemos intentar ayudarlo a tomar la teoría en internet. Muchas universidades ahora ofrecen sus carreras en línea. Y seguro Carlisle puede hacer unas llamadas para que lo dejen hacer sus prácticas con él.
— ¡Wow! Eres la mejor mamá…digo Bella.
Mi madre sonrió. Era tan hermosa, estoy de acuerdo con mi padre cuando decía que ella nunca supo lo bella que era de humana: he visto fotos de cuando estaban de novios y no dudo las historias de todos los chicos a los que le gustaba
—Esta bien querida, me puedes decir mamá aquí en la casa; pero recuerda no hacerlo frente a los demás. — Me besó en la frente.
Seguimos leyendo por el resto de la tarde hasta que mi padre llegó de trabajar, con mis tíos y tías. Bajamos a la sala y nos sentamos a escuchar los eventos del día, otra costumbre Cullen.
Edward era terapista de parejas. El mejor en todo Seattle. Tenía un record de haber salvado todos los matrimonios que habían ido a pedir ayuda. Claro aparte de los estudios de psicología que hizo cuando yo todavía estaba creciendo, su don de leer mentes le daba ventajas que ningún otro doctor tenía. Puso su consultorio en la zona céntrica para que ricos y pobres pudieran acudir sin distinción y aunque estaba obligado a cobrar para no levantar sospechas, era muy poco y lo donaba todo a la caridad, mis tíos y tías ayudaban con gusto. Mi padre me dijo una vez que desde que encontró a “su Bella” quería que todo el mundo tuviera una felicidad como la de ellos.
Este día, habían visto cuatro parejas.
La primera, los señores Granger: Mi padre leyó en la mente de la señora Granger que ya no encontraba a su esposo atractivo, lo veía gordo, lento, sin ambición: un estorbo y estaba convencida que podía conseguirse algo mejor. Claro que ella lo que decía en la consulta era que se había acabado la chispa y que era mejor separarse antes de que las cosas fueran peores. La única razón por la cual había ido donde mi padre fue porque su esposo, que todavía la amaba mucho, le había rogado para que fuera, pero en su mente todo lo que hacia era ver el reloj y pensar en todos los hombres apuestos y exitosos que iba a conocer cuando se divorciara.
—Rosalie, ¿Podrías traernos un café?
Dijo mi padre por el intercomunicador. Esta era una señal para mi tía. Aunque todos los vampiros son hermosos, mi tía Rosalie era la más bella que nadie hubiera visto y cuando mi padre la llamaba sabía bien que hacer.
Rosalie entró a la oficina con una bandeja con tres tazas de café, crema y azúcar. Tenía un vestido negro ceñido al cuerpo y un escote bastante…ventajoso. Miró al Sr Granger y le dio una de esas sonrisas de estrella de cine de los años cincuenta que dejaban a cualquier hombre sin aliento. Coquetamente se le acercó para preguntarle si quería crema o azúcar, por supuesto el Sr. Granger se sonrojó y casi pierde el habla.
—Errr ambos.
Dijo él, Rosalie sonrió de nuevo, comiéndoselo con los ojos.
—Tienes una voz muy bonita. — Le dijo guiñándole un ojo. Mi padre me dice que el efecto de una mujer hermosa coqueteando con un hombre, sobre todo uno no acostumbrado a tanta atención es muy evidente. El esposo de repente, se mostraba más erguido, metiendo la panza, con una voz mas grave y con un una expresión de alegría, que le quitaba como diez años de encima y como cuarenta libras de peso. Claro, el efecto era aún más evidente con la señora que estaba entre boquiabierta y roja como tomate. Rosalie estaba descaradamente coqueteando con su marido, ¡Como se atrevía!
Mi padre estaba, dizque llenando un formulario para evitar que la señora lo hiciera interrumpir. El dejo este jueguito de Rosalie proceder por unos cinco minutos hasta que los pensamientos de la señora eran tan altos que lo iban a dejar sordo.
— ¿Rosalie, todavía estas aquí? Gracias, te puedes retirar.
Rosalie fingió desilusión y desde la puerta le hizo una señal de teléfono.
—Disculpen, mi hermana no es tímida cuando ve a un hombre que le parece atractivo. Ya hablaré con ella.
Claro, en este punto; la señora Granger veía a su marido con otros ojos, y los consejos que mi padre le dio no cayeron en oídos sordos: el iba a intentar ponerse en mejor forma otra vez, y en ser mas romántico; ella iba a concentrarse en las cualidades que la hicieron enamorarse de él, cuando eran mas jóvenes; y ambos iban a tomar mas tiempo para salir a pasear, como cuando eran novios.
Mi padre me decía que la peor tragedia era dos personas que se olvidaran de que se amaban y esto era un gran porcentaje de sus casos y que se imaginaba que era una gran parte de los divorcios entre humanos.
—Quizás el hecho de que los vampiros tienen una excelente memoria ayuda a que no nos separamos nunca de nuestras parejas. — Dijo mirando a mi madre— Para nosotros el tiempo no pasa. Siempre recordamos ese… primer momento, esa primera caricia, ese primer beso, ese primer roce eléctrico cuando nos tocamos por primera vez —Dijo tocando la mano de mi madre—Y es siempre como aquel primer día.
Ella respondió.
—Siempre y para siempre— Se dieron un beso y un abrazo.
— ¡Que asco! Dejen eso por favor. Dije haciendo como que me cubría los ojos.
Por alguna razón, ciertas demostraciones de afecto entre mis padres, y mis tíos y abuelos me parecían un tanto exageradas. Mi madre me dijo que era natural y que cuando fuera mas adulta estas cosas no me molestarían, bueno se había equivocado porque no era así.
—Mmm pensé que a estas alturas… Me dijo ella.
Miró a Edward y el meneó la cabeza. Bella me miró curiosa y luego miró a mi padre de nuevo. No se si estaba dentro de su escudo, pero como fuera el sólo se encogió de hombros y siguieron hablando del trabajo.
Las otras parejas los Potter, era mas sencillo, ella estaba deprimida y el se sentía fracasado. Para estos casos Emmet tenia una sesión de entrenamiento con el esposo en la cual trabajaban los músculos y la autoestima, y Alice le hacia un cambio radical a la esposa. Ella la llevaba a un almacén del que Alice era dueña y que ellos llenaban de ropa de marca regularmente. Y que cuidadosamente retiraban las etiquetas y les decía a los clientes que era ropa donada para servicios sociales. Ahí escogía prendas que acentuarán los mejores atributos de la mujer y le daba consejos de colores y maquillajes además de algunos ejercicios.
La tercera pareja era un caso al revés que los Granger, los Malfoy era el hombre el que creía que su mujer no valía la pena ya y que el podía conseguirse alguna mujer mas joven y bella. Para esto el apuesto Jasper, con su encanto sureño, quien casualmente trataba a la esposa como una princesa y la mujer más irresistible del mundo.
Mis tíos disfrutaban mucho de ayudar a mi padre y de poder usar sus poderes para el bien de la gente, aunque fuera de forma pasiva.
Yo siempre les decía que debían de ser superhéroes o algo más emocionante. Pero mi madre me decía que esas son cosas de historietas y que en la vida real todo el mundo se hubiera dado cuenta que Clark Kent era Superman por unos simples lentes y que además la gente estaba mejor protegida de los vampiros si no sabían de su existencia.
Yo no estaba muy convencida, pero no tenía más remedio que aceptar nuestro anonimato.
Claro que las historias de algunas veces que habían podido ayudar a alguien que lo necesitara de manera activa, eran cada día más numerosas: Un camión que misteriosamente perdía un neumático antes de arrollar a un pequeño, un asaltante que perdía su arma antes de entrar a una tienda a robar, una mujer que se le caía el bolso cuando iba camino a pegarle a alguien y claro los famosos billetes de cien dólares que aparecían de vez en cuando de “milagro” en las manos de algún indigente que lo necesitara para comer o un padre de familia que hubiera perdido su empleo y estuviera considerando el suicidio.
No podía negar que lo poco que les estaba permitido hacer lo hacían bien y con gusto. Quizás yo también pueda ayudar en algo algún día.
Feb 24, 2011 @ 20:50:20
En la clinica del dr hector valdes se realizan espectaculares intervenciones